me coloco la mascara,
la de la sonrisa perpetua.
Con la cual engaño
al mundo.
Una sonrisa
de oreja a oreja
dibuja la mascara.
Pero cuando llega
la noche y me desprendo
de ella.
Las lágrimas brotan
de mi rostro.
Y me duermo sola
abrazada a la almohada.
Esperando que llegue
el nuevo día
para volver a colocarme
la mascara.
(TOÑI)
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