En un país lejano donde empiezan todos los cuentos,había una torre realmente hermosa
Una torre de cristal,un cristal irrompible.
En esa torre vivía un apuesto príncipe.Una torre irrompible donde habían querido protegerlo del mundo exterior.Pero todo lo que tenía de hermoso,lo tenía de egoísta.
Había vivido toda su vida en esa torre de cristal,rodeado de lujos y caprichos sin necesidad de salir de ella.
El contemplaba el mundo a través de ese cristal y no le interesaba ver lo que ocurría fuera.
Un día paseaba por su torre,y escucho una gran algarabía en la calle.
Decidió asomarse a una ventana,también de cristal,y observo a una joven.Solo pudo descubrir que era una joven por sus curvas,porque su cabello era corto y vestía como un simple muchacho del pueblo.
La joven andaba decidida hacia un grupo de pequeños y en su cara se reflejaba la sonrisa mas hermosa que había visto en su vida.No era una muchacha hermosa,ni alta,ni siquiera tenía andares femeninos.
Pero su sonrisa era como mirar directamente al sol,y su cara de diablilla era digna de ver contemplando a los pequeños.Quedo sorprendido ante tanta maravilla en una simple plebeya.
La muchacha llevaba una cesta de mimbre al costado,se acerco a los pequeños y empezó a repartir entre caricias y besos lo que en ella llevaba.A todos y cada uno de ellos le entregaba algo de su interior,a cada uno de ellos los despedía con un beso en la frente,y cada uno de ellos se marchaba corriendo con una sonrisa de felicidad en su carita sucia.Después la muchacha se alejaba y se perdía en el camino hacia una pequeña cabaña.
El príncipe se preguntó que sería lo que la muchacha había repartido a cada pequeño,pero aunque las paredes eran de cristal no había logrado ver lo que era.
El príncipe se alejo de su ventana y prosiguió con su rutina diaria,pero no podía apartar a la plebeya de su mente.Y eso que en su torre había las mujeres mas bellas que un hombre pudiera desear.
Llegó la noche y el príncipe se acostó en su cama acompañado de una de sus bellas mujeres,pero sin poder apartar de su mente la sonrisa de la diablilla.
Llegó la mañana y el príncipe despertó con el ansía de ver a la muchacha.
Desayuno en sus aposentos,esperando el momento de ver a la joven de nuevo.Se baño,se vistió.Cogió un libro lo ojeo pero toda su atención estaba en la algarabía que esperaba escuchar.
De pronto escuchó los gritos de los niños y salió corriendo hasta la ventana,y contempló la llegada de la muchacha con su dulce sonrisa en el rostro.
Se volvió a repetir la operación de el día anterior la muchacha repartió lo que llevaba en su cesta con sus sonrisas y besos.
Los niños se fueron felices,pero la muchacha no se fue como el día anterior a su cabaña.observó como los pequeños se alejaban con su pequeño regalo y levanto los ojos al cielo.Entonces sus miradas se encontraron y el pudo ver el amor que despedía aquella mirada y el cansancio.Ella levanto la mano y le dedicó la mas hermosa de sus sonrisas pero el era el príncipe y no se iba a dignar a saludar a una plebeya.
Paso el día como todos los demás sus libros,sus bellas mujeres pero sin poder apartar de su cabeza a la plebeya.
Al día siguiente volvió a repetir la misma operación de todos los días al igual que la espera ansiada de la muchacha.Ocurrió de nuevo lo mismo llegó la muchacha,los niños,las risas,las caricias,los besos,los regalos y la despedida..Ella volvió a levantar su rostro hacia la ventana de cristal con su hermosa sonrisa y volvió a saludarlo con su mano,pero esta vez contemplo que llevaba la mano rodeada de un pañuelo rodeado de sangre.El no se despidió,ni la saludo pero de su ojo se desprendió una lágrima al ver esa sangre.Toco su mejilla que era aquello que brotaba de sus ojos una gota,se la llevó a sus labios estaba salada.¿Que era aquello? no lo sabía el nunca había derramado agua por sus ojos y tampoco tenía a nadie que le explicara porque todos los que vivían a su alrededor tampoco derramaban agua por sus ojos.
Se fue a la cama preguntándose muchas cosas,esa sangre y esa agua y por la sonrisa de la muchacha a pesar de su sangre.
A la mañana siguiente la misma rutina de siempre,baño,desayuno,vestirse y todo pensando en la plebeya,esperando el momento en que llegara la muchacha.
Todo volvió a repetirse al igual que los días anteriores,gritos,besos,caricias,despedidas y por último la mirada y la sonrisa directa a sus ojos.La mano levantada con su pañuelo sangriento,pero esta vez impulsivamente levanto su mano y saludo a la plebeya.La mano de la muchacha quedo congelada en el aire y el pudo contemplar como un reguero de sangre le brotaba de su mano hasta el interior de su camisa.Y también como la joven sonreía con mas felicidad si cabe.
Se separo de la ventana de cristal con una sonrisa,¿Una sonrisa? se toco la cara,se contemplo en un espejo,nunca jamás su cara se había iluminado así con una sonrisa.Se sorprendió a si mismo ¿que le ocurría?
Y empezó a pensar en la plebeya ¿A que se debía su sangre? ¿Y esa sonrisa que aún herida no perdía?
Debía descubrirlo,quería saber de ella,no sabía el porque,tenia todo lo que podía desear pero quería saber de la muchacha,de su sonrisa,del motivo de su sangre.
Estuvo todo el día observando la cabaña no comió,no se apartó de la ventana quería ver lo que hacia la muchacha.Pero ella después de despedirse de el y dirigirse a su choza no había dado señales de vida.Pero el siguió contemplando con paciencia hasta que llego la noche y la vio salir de la cabaña y emprender camino.La siguió con la vista hasta que se perdió en un pequeño bosque,desde esa ventana no podía contemplarla así que salió corriendo y se dirigió a la torre mas alta.
El espectáculo que contemplo lo dejó sorprendido.La joven estaba arrodillada en un hermoso jardín de flores.Las manos sin protección y por cada flor que cortaba de su mano brotaba un reguero de sangre.El príncipe gritó golpeando el cristal de su torre.Pero ella no podía oírle y seguía cortando flores que le hacían despedir mas sangre de sus manos.
El príncipe corrió escaleras abajo de su torre de cristal,e intento abrir la puerta para salir,pero era imposible el cristal se lo impedía.Empezó a golpear el cristal mientras gritaba con furia y dolor algo que su corazón nunca había sentido.No quería ver que la muchacha perdía la vida.
Golpeaba y golpeaba pero el cristal irrompible lo único que conseguía era herirle las manos,miró sus puños estaban cubiertos de sangre y no había logrado hacer ni siquiera un pequeño rasguño.
Se desplomó en el suelo,las lágrimas empezaron a brotar por sus mejillas.Y se abrazo en su dolor por no poder hacer nada por ella.Los gritos de angustia y dolor se mezclaron con sus lágrimas.Y entonces empezó a escuchar un sonido a su alrededor del cristal que se resquebrajaba a su alrededor.
Se levanto del suelo al tiempo que la puerta caía hecha añicos en el suelo.Y salió corriendo hacia el bosque donde se hallaba la muchacha desangrándose.
Corría,y corría y sentía que el aire le faltaba de los pulmones.Y cuando logro llegar,la encontró desplomada en el suelo rodeada de sangre.La abrazó llorando y gritando.
-¿Porque? ¡No te vayas,no me dejes! ¡Necesito tu sonrisa,aunque sea a través de mi ventana!
Ella abrió los ojos y levanto su mano para acariciar la mejilla del príncipe.
-Y yo lo único que necesitaba era que despertaras de tu letargo.
El príncipe la miro a los ojos y ella sonrió.
-Porque has sido siempre mio y tu amor era lo único que podía salvarme.
-Eras prisionero en esa torre y lo único que podía salvarnos era nuestro amor.
Y sus labios se fundieron en un beso que duraría eternamente.