Como el que ofrece una
tabla a alguien que se ahoga.
Me dijiste que serías
mi paño de lágrimas.
Un hombro donde
apoyar mi frente
cuando estuviera cansada.
Me hiciste creer de nuevo
en la especie humana.
Y ahora rehuyes mi mano.
Cuando se ha acostumbrado
a tu tacto.
Esquivas mi frente
cuando se acostumbró
a la fuerza de tu hombro.
Ahora me dices adiós.
Con tu mano invisible.
Una mano que me
estaba ayudando
a encontrar el camino
de vuelta del averno.
Me dijiste adiós
con tu mano invisible.
Para volver a hundirme
en mi amarga soledad.
(TOÑI)
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